La maldad irracional del hombre y la muerte
Escribo esto con dolor en el corazón, pero acepto que los motivos que me llevaron a esto no podrían ser entendidos por una persona que se diga si mismo racional, ¿pero por dónde empezar?, por el principio de mi vida supongo, nacido en clase media baja, mis padres trabajaron para sacarme adelante, mi madre una mujer fuerte y trabajadora y mi padre un hombre un tanto vividor con amantes, eran ambos mundos alejados de mí, mi infancia no fue muy sorprendente, nací en una ciudad capital de algún estado apenas existente para todo un país si se menciona en las noticias, si no es por eso, el estado parece que ni existe, mis padres acordaron no dejarme salir a jugar con otros niños, debido a que decían que me echarían a perder, crecí en un seno familiar con doble moral, mi abuela me restregaba los mandamientos cristianos todos los días, pero mi padre dejaba a sus amantes entrar a la casa, mi madre trabajaba día y noche, todo hizo crecer en mí una angustia con combinación de apatía, mi vida era una prisión en una casa grande de dos pisos, la casa en su momento fue la más grande en todo la colonia, días tardes y noches frente a mi ventana veía los trenes del ferrocarril ir y venir a los talleres de reparaciones, para llegar a la estación de autobuses había que brincar vagones de trenes con contenedores enormes,
las plataformas o grandes pipas de saber dios que, mi vida era un encierro, yo era prisionero de la casa de mis padres, yo era quien a cierta hora iba y venía y a veces si me portaba bien, me daban unos pesos para jugar en las maquinitas, de allí de donde quizá conocí mi único gran vicio, pero pese a que solo podía salir por escasos periodos de tiempo, no conocía a nadie en mi colonia, en la escuela fui víctima de bullying, pero no recuerdo nada grave, bravetas, juegos tontos, ni siquiera recuerdo golpes, porque esos ya los conocía pero no de mis compañeros, si no de mi padre, quizá el recuerdo más vivido que tengo de mi padre es uno que parece un sueño, curioso, yo corro a la casa de mis abuelos, meto la mano a la puerta que tiene las ventanas allí están mis abuelos viendo la tele, me ven y no saben que sucede, mi padre llega a toda prisa, para mi mala suerte está cerrada con seguro, lloro y pataleo, pero mi padre me alcanza, siento sus golpes y soy arrastrado a la oscuridad, mi abuela corre abriendo la puerta, mi abuelo lleva algo en las manos, no sé qué es, parece algo brillante, una navaja o una pistola, pero yo soy consumido en la oscuridad, otro recuerdo que tengo es que mientras jugaba en el borde de la cama mi madre me dice que me ponga quieto, yo solo juego saltando, de pronto ella dice que me voy a golpear, la ignoro, pero de pronto pierdo el balance y caigo, me pego de pura frente en los barrotes de la cama, paso horas o minutos llorando con una bolsa de hielo en la cara, llega mi padre y me ve, pregunta a mi madre por mí, pero parece no importarle, con el paso del tiempo me compran un snes, el videojuego que me daría años de entrenamiento aunque solo tuviese dos juegos, mi padre siempre tuvo carros, motos y otros vehículos, en los que pasaba más tiempo que conmigo, yo tenía mi videojuego, ese era mi mundo, pero la oscuridad era real, cuando mis padres salían de casa y no llegaba me daba mucho miedo salir al baño, afuera de los tristes cuartos en los que vivíamos había un guayabo que daba mala espina, no salía, porque de alguna forma sabía que allí había algo, le gritaba a mi abuelo a que me acompañase, pese a que vivía a varios metros de mi casa, da la casualidad que mi abuelo subía a ese árbol a cortar guayabas y venderlas, sacaba así su dinero y de allí me daba mis domingos, ese buen árbol quizá tenía un lado oscuro, mi abuelo subió a ese árbol a cortar guayabas cuando se partió una rama a la mitad, mi abuelo quedo bajo la rama cubierto de extrañas arañas monstruosas y todo frente a mis ojos, corrí a despertar a mi padre, no era más allá del medio día, le dije lo acontecido y me ordeno no salir de la casa, más tarde se empezó el ritual fúnebre, mi padre estaba destrozado, mi madre me dio la noticia, una semana después mi padre corto ese árbol de raíz con uno de sus amigos, así pensó él se acabaría todo, aquello no fue más que un brutal principio, mi padre murió a los meses en accidente de carro, se abría volcado en el carro le abría roto cuello matándolo de inmediato, debido a estas circunstancias mi madre y mi abuela debieron mudarse de casa, los temores de dinero, necesidad tensaban a esa familia que fue la mía, pero algo si recuerdo, llore en el funeral de mi abuelo, pero no en el de mi padre.
las plataformas o grandes pipas de saber dios que, mi vida era un encierro, yo era prisionero de la casa de mis padres, yo era quien a cierta hora iba y venía y a veces si me portaba bien, me daban unos pesos para jugar en las maquinitas, de allí de donde quizá conocí mi único gran vicio, pero pese a que solo podía salir por escasos periodos de tiempo, no conocía a nadie en mi colonia, en la escuela fui víctima de bullying, pero no recuerdo nada grave, bravetas, juegos tontos, ni siquiera recuerdo golpes, porque esos ya los conocía pero no de mis compañeros, si no de mi padre, quizá el recuerdo más vivido que tengo de mi padre es uno que parece un sueño, curioso, yo corro a la casa de mis abuelos, meto la mano a la puerta que tiene las ventanas allí están mis abuelos viendo la tele, me ven y no saben que sucede, mi padre llega a toda prisa, para mi mala suerte está cerrada con seguro, lloro y pataleo, pero mi padre me alcanza, siento sus golpes y soy arrastrado a la oscuridad, mi abuela corre abriendo la puerta, mi abuelo lleva algo en las manos, no sé qué es, parece algo brillante, una navaja o una pistola, pero yo soy consumido en la oscuridad, otro recuerdo que tengo es que mientras jugaba en el borde de la cama mi madre me dice que me ponga quieto, yo solo juego saltando, de pronto ella dice que me voy a golpear, la ignoro, pero de pronto pierdo el balance y caigo, me pego de pura frente en los barrotes de la cama, paso horas o minutos llorando con una bolsa de hielo en la cara, llega mi padre y me ve, pregunta a mi madre por mí, pero parece no importarle, con el paso del tiempo me compran un snes, el videojuego que me daría años de entrenamiento aunque solo tuviese dos juegos, mi padre siempre tuvo carros, motos y otros vehículos, en los que pasaba más tiempo que conmigo, yo tenía mi videojuego, ese era mi mundo, pero la oscuridad era real, cuando mis padres salían de casa y no llegaba me daba mucho miedo salir al baño, afuera de los tristes cuartos en los que vivíamos había un guayabo que daba mala espina, no salía, porque de alguna forma sabía que allí había algo, le gritaba a mi abuelo a que me acompañase, pese a que vivía a varios metros de mi casa, da la casualidad que mi abuelo subía a ese árbol a cortar guayabas y venderlas, sacaba así su dinero y de allí me daba mis domingos, ese buen árbol quizá tenía un lado oscuro, mi abuelo subió a ese árbol a cortar guayabas cuando se partió una rama a la mitad, mi abuelo quedo bajo la rama cubierto de extrañas arañas monstruosas y todo frente a mis ojos, corrí a despertar a mi padre, no era más allá del medio día, le dije lo acontecido y me ordeno no salir de la casa, más tarde se empezó el ritual fúnebre, mi padre estaba destrozado, mi madre me dio la noticia, una semana después mi padre corto ese árbol de raíz con uno de sus amigos, así pensó él se acabaría todo, aquello no fue más que un brutal principio, mi padre murió a los meses en accidente de carro, se abría volcado en el carro le abría roto cuello matándolo de inmediato, debido a estas circunstancias mi madre y mi abuela debieron mudarse de casa, los temores de dinero, necesidad tensaban a esa familia que fue la mía, pero algo si recuerdo, llore en el funeral de mi abuelo, pero no en el de mi padre.
Llegue por fin al lugar citado aquella noche fría de diciembre, llevaba una van sin nada adentro, mi patrón me había llamado, debía de deshacerme de dos cuerpos, en el rancho de San Isidro fui recibido por los hombres de mi patrón, aunque siempre había ánimos de fiesta, ese día había algo anormal en el ambiente, cuando llegue encontré la escena clásica, un hombre torturado, desnudo, sin lengua y sin ojos, la piel del rostro había sido arrancada, a un lado yacía una jovencita, quizá novia del occiso;
-Edwin, al fin llegas-
exclamo el patrón;
-llévate a estos dos, como te lo prometí, la joven está intacta-
yo la observe fijamente, era hermosa, pero con golpes y llena de lágrimas, la baje los pantalones y le observe las piernas;
-te lo prometí, es virgen, nadie la ha tocado-
yo asentí, lleve al cuerpo a la van, los hombres del jefe llevaron a la muchacha al vehículo, cuando la subí, los hombres del se preguntaban que haría con ella, no hubo respuesta, no podía haberla, subí a la van y conduje hacia la ciudad de la miseria.
Mientras conducía la muchacha se me acerco lo más que pudo por las ataduras;
-no me mates por favor-
yo la observe;
-no lo hare, te desamarrare si prometes portarte bien-
ella asintió y pare y la desamarre, la deje estar de copiloto;
-¿qué vas a hacer conmigo?-
yo sonreí, pare en un McDonald’s, pedí dos combos de hamburguesas, de allí me la lleve a un auto cine, en realidad era un tonto proyecto del gobierno para verle la cara a la gente transmitían películas viejas y vendían dulces y golosinas a sobre precio, allí la tome y la abrace mientras Mauricio Garcés enamoraba a una joven en la película proyectada;
-te voy a proteger de ahora en adelante, pero no debes traicionarme-
le advertí mientras agarraba los pechos voluptuosos de ella;
-lo prometo-
dijo sumisa fue entonces que procedí a violarla, ella no se negaba pero tampoco era que lo disfrutase, al término de la función lleve la van a la vieja casa de mis abuelos y mis padres, todos muertos, metí la van en la cochera mientras los perros ladraban con ayuda de la joven baje el cadáver de su novio y lo lleve en carretilla, lo metí a mi cuarto de experimentos, ella me dijo que iría al baño y yo se lo señale, pensé que trataría de escapar, pero en vez de eso regreso corriendo con el pantalón abierto asustada;
-¡un monstruo!-
grito ella, yo la observe con suma diversión y observe al monstruo, allí estaba Harry, con la expresión de muerto de siempre, pues estaba muerto, su rostro partido en dos, el cuerpo lacerado y gris, mirada y expresión vacía, Harry abrió la boca, su cabeza se partió en cuatro y gruño, aquellos dientes de sierra resultaban amenazadores, pero yo lo empuje;
-quieto, está bajo mi protección-
Harry gruño y se marchó, yo seguí en lo mío;
-¿qué era eso?-
me pregunto la joven;
-un guardián-
le conteste, ella empezó a ver el cuarto, la cama de cadáveres, los libros, tomos y las repisas con mis muestras favoritas ella retrocedió asustada, se orino encima, estaba muerta de miedo;
-¿qué es este lugar?-
yo sonreí;
-lo llamo Exeter, el camino al infierno, ten vístete-
le entregue su nueva ropa, ella observo la ropa, era la clásica vestimenta de cuero de una esclava sexual, ella lo dudo, no quería, pero al ver a Harry tras la ventana observarla obedeció, con el cuerpo inerte de su exnovio en la cama procedí a amarrar el cadáver, ella desnuda observaba mis acciones, tome un frasco de mi repisa y me coloque los guantes, saque del frasco al ejemplar número 2, ella me observo meterse lo a la boca de su novio, a ella le dio asco cuando esa pequeña vejiga empezó a latir, el espécimen tardo unos minutos muy largos, pero al final como siempre, despertó, a ese nuevo ser necrófago lo llame, Harry 2, ante la mirada de horror de la muchacha…

Please Donate To Bitcoin Address
0 comentarios:
Publicar un comentario